La campaña electoral se caracterizó por un llamado a la Vida y a la Paz de parte del candidato radical, junto con un persistente mensaje de búsqueda de la verdad y la justicia con respecto a los horribles sucesos vividos durante la dictadura. Fue notoria la apelación a la justicia social y a los derechos de la mujer, enfatizando en la propuesta de la ley de divorcio y de compartir la patria potestad de los hijos. El recitado del Preámbulo, al final de cada acto, fue una impronta especial de los discursos radicales de entonces.
Alfonsín denunció, también, el llamado “Pacto sindical-militar”, bajo el cual el peronismo le abría las puertas a la indulgencia y la amnistía a los militares que habían violado derechos humanos.
Triunfó sobre el candidato peronista con el casi 52% de los votos, contra el 40% de Ítalo Lúder, siendo ésta la primera derrota del justicialismo en elecciones libres y sin proscripción.
Raúl Alfonsín asume el cargo de Presidente el 10 de diciembre, en el Día Internacional de los Derechos Humanos. En el balcón del Cabildo, el jefe supremo elegido por el voto popular expresó: “Iniciamos una etapa nueva, que sin duda será difícil, porque tenemos todos la enorme responsabilidad de asegurar hoy, y para los tiempos, la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina”.
Al llegar al poder el gobierno radical, el país transitaba una crisis generalizada. La inflación había alcanzado cifras históricas y la deuda externa era asfixiante. Debía salirse del pozo con una nación, además, herida y tensa. La habilidad con que supieron manejarse aquellos primeros años y la férrea consistencia moral del gobierno radical caracterizaron el período, que se conoce como la Primavera democrática.
Alfonsín anuló la ley de autoamnistía del régimen militar, para mandar, mediante los decretos 157 y 158 del año ’83, a enjuiciar a los dirigentes subversivos del ERP y de Montoneros, y procesar a las Juntas Militares que gobernaron al país desde 1976. Creó, asimismo, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), que brindó, en 1984, el legendario informe Nunca Más, compendio y denuncia de los comprobados horrores y crímenes de lesa humanidad por el Estado, y que fuera entregado por el presidente de la Comisión, Dr. Jorge Sábato, a Alfonsín.
En materia económica, y de la mano de los ministros Grinspun primero y Sourrouille después, el gobierno logró estabilizar el panorama, aunque sus efectos no serían duraderos. El Plan Austral dio nacimiento a una nueva moneda, el Austral.
En el plano internacional, el gobierno de Alfonsín insertó al país, otra vez, en el mundo. El Estado Argentino pasó a integrar el Grupo de Cartagena y el Grupo de los Ocho, mediante los cuales se comprometían los Estados firmantes a luchar contra la injusticia de las deudas externas y las presiones de los sectores financieros, a la vez que se promovían la paz y las relaciones de amistad en toda la región. Se firmó, como nota saliente del periodo, el Tratado de Paz y Amistad con Chile, que puso fin a un largo conflicto con el país vecino, que fue ratificado por un plebiscito con más del 80% de los votos. Firmó tratados de cooperación mutua, asimismo, con Italia, España y Francia, entre otros.
Por aquellos años comenzaron sus entrevistas con los mandatarios brasileros (Tancredo Neves y José Sarney) y el presidente y amigo personal de Alfonsín, Julio María Sanguinetti, para hacer realidad la integración regional. La Declaración de Foz de Iguazú, de noviembre de 1985, será la piedra basal del futuro Mercosur.
Fue recibido en importantes foros internacionales, con el cálido aplauso que reconoció en Alfonsín al cabal representante de la democracia recuperada de los argentinos. Entre las memorables visitas y discursos, se destaca el tenso cruce que mantuvo con Ronald Reagan en la Casa Blanca, en virtud del conflicto de Nicaragua. El Presidente argentino no hacía otra cosa que ratificar el principio de no intervención, aplicado históricamente por los gobiernos radicales.
El gobierno de Alfonsín creó el Plan Nacional de Alfabetización y el Programa Alimentario Nacional, en una clara orientación en materia educativa que redujo el analfabetismo y la desnutrición infantil, y que completará con el Congreso Pedagógico Nacional, que no se realizaba desde el gobierno de Sarmiento, más de cien años atrás. En el ámbito universitario, restableció la Reforma Universitaria, resaltando uno de sus principios emblemáticos que era la autonomía universitaria. Creó la Universidad Nacional de Formosa y el Sistema de Apoyo para Investigadores Universitarios (SAPIU).
Forjó el Consejo para la Consolidación de la Democracia, un conjunto de representantes políticos y de la sociedad civil que se encargó de pensar las reformas que el Estado necesitaba. Entre otros, contó con la participación activa de René Favaloro, María Elena Walsh y Carlos Santiago Nino.